viernes, 12 de mayo de 2017

Una tiranía injusta

Injusta como todas. Como cualquier tiranía y cualquier imposición. Por mucho que sea aparentemente aceptada y voluntaria. Quizá por eso es aún peor... 

Una tiranía inconsciente de la que participamos de forma alegre y casi obsesiva. Como si comprar un coche fuera la solución a nuestros males y no los agravara aún más. Más caos, más ruido, más estrés, más polución, más muerte... unas ciudades más inhumanas. Una tiranía con cuatro ruedas.  

Los datos son clarificadores. Los aporta el psicopedagogo italiano Francesco Tonucci: El 80% del espacio público en las ciudades está ocupado por vehículos privados -bien circulando, bien aparcados- que apenas corresponden a un 30/40% de la población. Una minoría privada ocupa la práctica totalidad del espacio público. 

"La ciudad ante todo es un espacio público, y si es un espacio público privatizarlo es un abuso" dice Tonucci, autor de proyectos tan interesantes como "La Ciudad de los niños". 


"La ciudad es de la gente, antes que todos, y para que la ciudad sea de verdad de la gente, tenemos que asumir como parámetro a los más pequeños, a los niños". Toca pues recuperar el espacio que, siendo de todos, se cedió hace sólo unas décadas y acabó convirtiendo las grandes ciudades en ruido, asfalto y humo.  

Con los años el abuso se ha transformado en derecho en la conciencia de aquellos que se benefician. Y esa minoría se rebela cuando se intenta recuperar lo que es un bien común. En Valencia tenemos el ejemplo con las críticas exageradas al anillo ciclista, a las peatonalizaciones y a la prohibición de aparcar de noche en el carril bus (!).


Los medios de comunicación no ayudan mucho. Ejercen de altavoz para conductores acostumbrados al abuso, partidos con intereses políticos o comerciantes que claman cuando las obras de peatonalización les perjudican, pero callan cuando finalizadas les multiplican el negocio. Y se suman también usuarios que viralizan fotos de zonas congestionadas en hora punta, y se olvidan de poner esas mismas fotos en cualquier otro momento. Como si las ciudades tuvieran que estar diseñadas a medida para cuando ellos conducen.  

Imagino que no tendrá nada que ver que buena parte de los principales anunciantes en España sean compañías automovilísticas que alimentan a los medios en tiempos de crisis.  

Los medios ejercen de correa de transmisión de un mensaje único: cómprate un coche y sé feliz. Como si fuera tan fácil y nuestra felicidad dependiera de encerrarnos en un vehículo de 4 ruedas. Bastante caros, por cierto. Y cambialo cada 8 años, no vayas a quedarte desfasado. 

El mensaje unidireccional cala. Y los conductores nos creemos con derecho. A ocupar el espacio público cuando y donde queramos. A ser los reyes de las ciudades y de las carreteras. Como si los ridículos 50/100 euros del impuesto de circulación nos diera más privilegios a la hora de circular que el resto de usuarios.  

En nuestra mano -y en nuestra conciencia- queda dejar que siga la tiranía de las 4 ruedas. Y sí, tengo coche. Y dos bicis. Para poder elegir y tratar de no ceder a la tiranía. 

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