Siempre hace frío ahí fuera. O demasiado calor. Más allá de las tópicas conversaciones de ascensor, el mensaje cala y se hace fuerte en la conciencia. No te alejes, no sea que te quedes a la intemperie...
La vida es como el equilibrista de circo. Cuando eres joven no te da miedo, coges la vara y hacia adelante. A comerte el mundo. Luego, conforme adquieres compromisos la vara pesa más, necesitas que el cable sea más grueso y que haya una red debajo. Pero eso lo haces a costa de renunciar a ciertas libertades y a alguno de tus sueños. Entonces tienes que llegar a un pacto. Un pacto entre lo que eres, lo que siempre has soñado ser y lo que realmente puedes llegar a ser.